La noche llegó
Ya preparamos la ropa para mañana, separamos la plata para los gastos del día, revisamos las cuentas, las deudas, los pagos que se podrán hacer y los que no. Ya llamamos por teléfono, enviamos algunos mensajes y usamos internet a más no poder.
Lo que se nos había olvidado al mediodía llegó ahora como un rayo, inútilmente, irreparable a esta hora. Los viejos amores rondan por la cabeza, las excusas, las peleas del colegio —esas que no pudimos ganar y en pesadillas vuelven— y las antiguas novias: algunas con nombre y apellido.
El reloj pasó hace rato por las 0:00 hs, y el sueño aún no llega. Es necesario dejar de pensar para dormirse. ¿A dónde vamos cuando no pensamos? Es una forma de morir quizás. Igual a un desamor.
Entonces con las cuentas claras, la ropa lista, las pesadillas y los antiguos amores, la edad, las ausencias, los sueños rotos, las promesas no cumplidas, el remordimiento y la culpa, el último adiós, las guerras, la insatisfacción, el sexo, el alcohol, las adicciones, las traiciones, los amigos que están y los que no, la falta de fe en la humanidad y la necesidad de Dios. Con todo eso y más, la noche llegó.
Habrá que dormirse.
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